Mira la naturaleza, mira cómo se comporta sin restricciones, sin conjeturas y se manifiesta con el libre fluir de su ser. Observa la naturaleza cómo sigue su curso y cómo vive sus tiempos, estaciones y períodos. Cómo cambia de estados, se adapta, muere y reverdece. Cómo produce ilimitadamente porque su único propósito es ser.
Esta misma naturaleza está en cada persona y es el alma la que conserva el milagro infinito. Una mente espiritual puede conectarse con esta naturaleza para manifestarla en lo concreto y cambiar de manera radical a favor de la luz.
Te comparto este concepto como introducción a la respuesta de la pregunta “¿Cómo crear buenos propósitos este nuevo año?”.
Personalmente, me gusta distinguir entre intención y propósito. La primera palabra, la intención, es una propuesta interna que encamina mi deseo de forma trascendente, una intención en el orden de lo espiritual es plantearnos algo que queremos lograr con base en la energía, la luz, la esperanza, la fe y la conciencia superior. El Propósito es la voluntad expresa de hacer tangible esa intención con mi mente, palabras y acciones, sin olvidarme el origen excepcional de la intención luminosa.
A través de mi práctica de meditación, he creado un esquema sencillo para determinar intenciones y propósitos de cara a iniciar nuevos ciclos.
Consiste en:
Balance
Siempre es oportuno tener un esquema consciente claro como punto de partida. Conocer que venimos de un ciclo para empezar otro y que este requiere un balance reflexivo y consistente. Darnos la oportunidad de meditar sobre qué sí, qué no, qué quedó en suspenso, qué fue una gran oportunidad, qué pude haber aprovechado más, qué límites me puse, qué creencias fueron un obstáculo, qué emociones predominaron, qué malestares físicos tuve, qué momentos de plenitud experimenté, qué aprendí rápidamente, en qué me costó más adaptarme, qué cosas me llevaron a fluir libremente, qué milagros inesperados fui capaz de ver y recibir, cómo escuché a mi corazón, la calidad de mis momentos a través de mi presencia en ellos, cuáles fueron mis enfoques, en qué situaciones o pensamientos discurrió mi atención, qué cree, qué cambié, qué modifiqué, qué me retrajo, qué me impulsó…
Cuando hacemos un balance profundo, muchos aspectos que dejamos pasar cotidianamente empiezan a cobrar forma y toman otro rango, una nueva dimensión en la cual los podemos ver mejor. Lo importante es que el balance se convierte en una biblioteca que ordena la mente para darle libertad al ser.
Después de un balance consciente nos damos cuenta de muchas cosas a las que les damos relevancia sin quizás tenerla y las intercambiamos por aquellas que sí la tienen y nos perdemos de ellas.
Intenciones
Una vez establecido el balance habrá muchas cosas que perdonarnos pero, sobre todo, agradecer. Perdón y gratitud nos purifica. Y con esta energía renovada podemos sí comenzar a sentir en lo profundo del alma, cómo nuestra propia naturaleza siembra semillas desde el ser para tener una vida humana trascendente. Es el espacio de la potencialidad un terreno fértil en donde las intenciones son estas semillas que son cultivadas con la pureza y la nobleza del alma: amor incondicional, virtud, luz y paz son abonos de la más alta calidad que tienen su origen en una conciencia universal de unidad y amor.
Piensa en lo que deseas con amor y por amor. Sueña con tu realización y una manifestación clara, como persona que vive con el alma a flor de piel. Sueña libre del deseo egoísta, sueña a corazón abierto. Recuerda que tus intenciones no invalidan la de oros seres humanos, porque las intenciones tienen un común denominador: el amor, la paz, la felicidad y la libertad para todos.
Propósitos
La voluntad expresa, activa y manifiesta de hacer o no hacer, para cubrir y cumplir con tus sueños que a su vez conllevan la unidad amor, paz, felicidad y libertad, es el propósito.
Te sugiero clasificarlos en los de la mente, las emociones, el cuerpo y el espíritu.
En la mente trabajarás toda aquella forma de pensar que impulsen y planifiquen proyectos que enriquezcan, organicen, administren y aporten creatividad e ideas para la realización de los mismos.
Sobre las emociones sugiero que sientas tus emociones de forma meditativa para que te guíes y orientes en los propósitos: los que respondan a emociones elevadas y generosas, con bondad, compasión y ternura, que realmente te conmuevan positivamente, son los que tomarás; mientras que aquellos que produzcan emociones distorsionadas o de baja vibración, son los que dejarás atrás.
A través del cuerpo representamos la materia que fue gestada a partir de la mente y las emociones. Enfócate en que estos aspectos estén alineados para que den como resultado un mundo de materia equilibrada y orgánica. Préstale atención a tu intención y propósitos para que esa energía se manifieste de forma sana y luminosa, abundante como el mismo universo.
La espiritualidad es el plano elevado donde todo este esquema sucede, es la energía sutil que se une con la fuente y el origen perfecto de todo, a través de la cual se produce el gran equilibrio. El ser espiritual es paciente, entiende y comprende más allá de la realidad, su visión es clara, firme y no hay apego alguno en la creación de una vida humana.
Pensamiento-sentimiento central: Con espiritualidad sabemos que hemos diseñado una vida, sin embargo, el diseño no es el principio, ni el fin, ni determinante para el alma, es un camino, es un mapa, son posibilidades para alcanzar esa iluminación. Nada es para siembre, nada nos identifica y nada nos obliga. Lo que hoy creamos mañana muere y lo que muere vuelve a nacer.
Detalle
En todo este acto de co-creación con el Universo detalla sin miedo, no le tengas temor a los números. Pon cifras, fechas y organiza el pensamiento cuantitativa y cualitativamente.
Lo que vibra y eleva tu paso por este mundo es y será tu brújula, tu faro, tu guía.
Anímate a desarrollar conscientemente un plan de vida humana que te ilumine y te proyecte hacia el inmenso propósito de conciencia y amor universal del cual somos parte todos los seres de este y otros planetas.
Namaste.
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