Hoy quiero hablarles de las lealtades a los grupos familiares y también a los grupos que no son primarios en nuestras vidas, pero que como somos leales a los grupos primarios en una forma poco sana o dependiente, se repite el patrón aprendido en estos ámbitos también.
¿Qué es ser leal?
El término lealtad proviene del latín “legalis” que significa “respeto a la ley”. Trasladado al ámbito de la psicología o las diferentes ramas que estudian la mente, las emociones y conductas humanas, lealtad es el respeto al cumplimiento con una normativa familiar visible o invisible, por la cual los miembros unidos en un vínculo se comprometen a sostener o perpetuar al clan (desde los antepasados al presente), respetando, asumiendo fidelidad, honor, secretos, metodologías, expectativas, programaciones, compromisos, etc.
Se trata de un pacto que no es consciente mayormente, pero que se pasa de generación en generación. Muchas de las implicaciones de este pacto y sus consecuencias no son objetivamente deseadas y conscientemente aceptadas, sin embargo se cumplen.
Personalmente, me llevó mucho tiempo entender esto y le he dedicado estudio y observación de mis propias lealtades.
Así llegué a determinar que éstas giran sobre los siguientes ejes:
- Lealtad de perpetuidad
- Lealtad de supervivencia
- Lealtad psicológica
- Lealtad transgeneracional
- Lealtad de intereses
- Lealtad de cohesión
No se trata de tipos de lealtad, sino de motivaciones para la lealtad y lo que hace que, aún cuando sean lealtades insanas o de dependencia emocional y, a su vez, anulen a los miembros del grupo familiar (en algunos casos), estas se siguen al pie de la letra.
Así como las especies quieren perpetuarse para que siempre existan, los seres humanos reunidos en el clan, la familia, el grupo, también. Esta perpetuidad tiene base en la “necesidad” de pertenecer y encontrar en esa pertenencia un resguardo, un refugio. He preguntado mucho acerca de por qué, si algo no nos beneficia o deliberadamente nos daña, lo seguimos apañando, sosteniendo, protegiendo. Simplemente porque proteger y apañar -indirectamente- nos hace sentir seguros y queremos que nuestros descendientes tengan ese legado de protección más allá de nosotros mismos.
Perpetuamos una visión del mundo a través de un sistema de creencias familiares y también una energía. En el inconsciente está la idea de “siempre habrá familia sea como sea”.
En cuando a la lealtad por supervivencia, los miembros del clan se sienten inferiores o poca cosa sin las figuras poderosas que esparcen un halo energético y de mentalidad sobre sus descendientes. Esto tienen una gravedad positiva o negativa dependiendo de los miembros de la familia.
Muchos integrantes de los clanes familiares han crecido a la sombra de figuras de autoridad y poder, capaces de regir los destinos de todos los miembros del grupo. Hay figuras del pasado, incluso muertas, a las que se siguen obedeciendo y son un órgano consultivo. A los vivos se les pregunta, a los muertos se les supone (“habrían echo tal cosa…, qué dirían se vivieran…”). En este esquema, supervivencia significa que sin ellos no hay tino, no hay futuro, no hay decisiones acertadas o un rumbo claro y, por consiguiente, tampoco adónde pertenecer.
La lealtad psicológica tiene una relación muy íntima con el inconsciente. Todos los procesos de lealtad se reúnen en este eje que distingue entre lo tenemos como consciente: “soy consciente que respeto el designio de mi clan” y lo que hacemos pero no sabemos su profunda motivación o raíz: “lo hago porque así creo que es, ¿o podría ser de otro modo?”.
En todo hay un contenido velado y uno revelado, es decir uno oculto y uno apreciable que podemos entender, enmarcar y, cognitivamente, darle estructura y funcionalidad.
Las lealtades inconscientes son las más sutiles, puesto que dan una respuesta activa a temas que desconocemos, negamos, no podemos afrontar, reprimimos, evadimos o tergiversamos por diversas causas. Se sigue la lealtad, pero es muy difícil saberlo.
En este eje, también la lealtad a las patologías de la psique son un hecho, los compromisos con la enfermedad mental de un individuo para negarla, callarla, disimularla o fomentarla es muy recurrente dentro de las familias.
Lo transgeneracional aborda las generaciones que van dejando sistemáticamente una deuda existencial a la siguiente. Las deudas son diversas: emocionales, psicológicas, económicas, morales, legales, del terreno de la salud, los vínculos, traumas, abusos, violencia, etc.
Aquí también funciona darle solución a los mismos problemas y conflictos que el clan acarrea, generación tras generación. Los integrantes de la familia en sus vínculos tratan de redimir, solucionar o exorcizar legendarias distorsiones de la familia y varios de sus participantes asumen roles para representarlos una y otra vez. A aquellos los conflictos les hicieron infelices, a los actuales también.
Un ejemplo sería, un integrante con una preferencia sexual determinada que la reprime en su generación. Las siguientes van a ir tomando esta posta y gradualmente se irá abriendo hasta que haya un integrante que lo haga funcionar. En ocasiones sucede, en la mayoría no.
Otro ejemplos que se pueden enumerar: el suicidio, el asesinato, los hijos no deseados, el abandono y múltiples traumas o heridas que se trasmiten en el ADN familiar y que cuentan con personas dispuestas a sanarlos.
La lealtad por intereses tiene un aspecto más temporal, mucho más actual, acotado y pragmático. Aquí se observa a quienes se mantienen leales porque están condicionados por una situación, interesados en un beneficio, con expectativas que algo cambie o se solucione (ideal o concretamente). Quienes responden a lo que a veces descreen, pero esperan obtener algo; una retribución emocional o material y fijan sus lealtades en esperar, dejando de tomar decisiones. Estas personas se frustran muchísimo porque los plazos -por lo general- se dilatan o ese resultado nunca llega.
La lealtad por intereses se combina con las otras lealtades, tiene un poco de cada una, pero es más contemporánea las personas. Cito como ejemplo las herencias, los traspasos de idoneidad, la recomposición de relaciones, etc.
La lealtad cohesiva se trata de cómo mantenemos a las ovejas en el corral. ¿Por qué? Para ejercer control y que nadie se salga a explorar el mundo y se entere sobre lo que hay allí afuera.
En esta segmentación, en particular, pongo énfasis en los secretos y silencios de la familia. El ocultamiento de algunos sucesos sórdidos desde y hacia el interior o exterior. Otros son secretos vergonzosos, muchos siniestros, algunos inofensivos, pero todos tienen en el imaginario “no dar esa imagen o esa información al mundo exterior o aceptarla realmente adentro”.
También la cohesión tiene que ver con “unidos es mejor que separados” para enfrentar ciertas amenazas o demandas del medioambiente extrafamiliar. Si se hace de a uno, el mundo se los devora; si se lo hace en grupo hay más posibilidades de un éxito grupal frente a un enemigo común (aunque no se lleven bien y mayormente estén en pelea).
Finalmente, este texto tiene como objetivo que puedas verte en perspectiva de alguno de estos ejes o todos y puedas evaluar cómo repercuten en ti o si tienes que tomar alguna medida para poder profundizar en algo que te llamó la atención o despertó una conciencia diferente sobre patrones, sucesos, formas de ver y abordar tu día a día mental y emocional.
Ninguna de estas lealtades son exclusivas o excluyentes. Todas pueden converger, mezclarse y dar nacimiento a otras modalidades.
Tampoco son exclusivas a la familia. Las lealtades se dan en grupos que establecen vínculos trascendentes.
Las lealtades son sanas o insanas, generan proyección o represión, estimulan o anulan, impulsan o detienen a sus miembros. Por lo tanto, siempre es un buen enfoque cuando atravesamos por dilemas existenciales o la búsqueda de nuestra propia identidad, vernos desde el prisma de la lealtad.
@juliodieztesta
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