Las palabras dejan huella
Lo que decimos deja huella en la realidad emocional propia y de nuestros hijos. Lo que pronunciamos y cómo lo hacemos, con qué intención y la carga emocional-energética con que nos pronunciamos, puede marcar a alguien para siempre.
Cuando los adultos tienen miedo hacia dónde se dirige el crecimiento de sus hijos y qué uso dan a su libertad esencial, la del alma, suelen pronunciarse a través de este miedo. En ocasiones, lo que se manifiesta tiene como objetivo restringir la libertad de crecer de acuerdo a la esencia. Es tan difícil para el adulto enfrentar, aceptar y respetar la libertad del otro que con gestos, palabras y acciones, comienza a minar el terreno libre del ser que está creciendo.
El miedo a dejar vivir a los hijos
Las mamás y los papás tienden a coartar la libertad de los hijos en cuestiones que les producen miedo. En general, ese miedo, es porque la libertad de otro ser, puede no estar alineada con el sistema de creencias con el que ellos mismos crecieron y éste es desafiado de raíz y les afecta estructuralmente.
Expectativas no cumplidas
Uno de los grandes dilemas humanos es crear expectativas exuberantes acerca de uno mismo y de los demás. Cuando estas expectativas son rígidas, confusos y, en términos generales, no responden a una realidad coherente, sucede que la decepción crece y le sigue la frustración. Cuando se trata de expectativas puestas en los hijos, la frustración es tal que ésta se exterioriza verbalmente sin diálogo, sino con impulsos y arrebatos verbales que lastiman tanto al que dice como a quien recibe.
Diálogo y comunicación
Cuando los papás verbalizan caóticamente sus miedos, lo hacen a través de sentencias bruscas. No dan cabida a que haya un diálogo, es decir, coartan instintivamente la comunicación, sentenciando y atemorizando, de forma que los hijos difícilmente puedan responder a la verdad, porque en su sentencia está implícita la propia verdad que no quieren que les sea desafiada.
La comunicación es otra cosa, es preguntar, es escuchar, es contar, es expresar los propios miedos, es conocer, es entender el punto de vista ajeno y, por sobre todo, respetarlo, aunque no sea el nuestro.
Aceptar la responsabilidad de ser padres
En mi trabajo profesional me he dedicado a ser hijo consciente y gran parte de mi trabajo es orientado a ayudar a los papás que desarrollen la conciencia de que traen una vida libre, no una posesión. Y que sean conscientes que esta es una responsabilidad. Este compromiso con la vida va más allá incluso de la paternidad, quienes somos adultos, tenemos que manejarnos así con quienes son jóvenes. Y no que nuestros descendientes, hijos, nuevas generaciones, nos eduquen a nosotros.
Aceptar que no tenemos una única verdad
Como adultos, nos cuesta aceptar que la verdad no es una sola. Que la única fuente de energía calificada en el Universo es el amor y el amor crea verdades sanas con las cuales guiarnos. El amor es incondicional y respetuoso; es bondadoso, compasivo, tierno y no se puede restringir porque su naturaleza es la luz y la libertad, además de la paz profunda del alma que construye una vida con amor.
Humildad para hacer un trabajo propio
Es más fácil decir “tú estás mal”, que mirarse en el espejo. Nos pasa a todos, seamos o no mamás y papás. Venimos de generaciones anteriores a este siglo XXI versátil, plural, inclusivo, cuya impronta es que nuestros hijos y jóvenes, se aceptan a sí mismos y a los demás (inclusive a los mayores) en todas sus formas. ¿No estaremos poniéndonos rancios por nuestras creencias y rispideces. Lo mejor es empezar un trabajo propio para alcanzarlos.
Katy Perry, Jonas Brothers & Beyoncé
Una metáfora de ser adultos y ser mamás y papás es ir hacia delante, no hacia atrás. ¿Tenemos la posibilidad de conocer sus gustos, entender su música y forma de ver y sentir el mundo o coartamos esta libertad de expresión y les ponemos el muro de nuestro pasado? Quizás, no nos hemos enterado que tener hijos nos hace evolucionar no estancarnos. Cuando hay diálogo esta pregunta no tiene fronteras en su respuesta; es un gran matiz de retroalimentación, incluso expande tu percepción y hasta puedes llegar a darte cuenta que la generación de Katy Perry, Jonas Brothers y Beyoncé hablan tanto de amor e inclusión como los Beatles.
Preguntas para reflexionar
¿Quieres que tus hijos crezcan condicionados?
¿Quieres que tus hijos carguen tus miedos?
¿Quieres que tus hijos no confíen en ti?
¿Quieres que tus hijos no sepan dialogar?
¿Quieres que tus hijos repitan este patrón en su adultez?
¿Quieres la felicidad de tus hijos o dar respuesta a tus miedos?
¿Eres incondicional con ellos?
¿Dialogas o sentencias?
¿Qué estás haciendo para comunicarte?
¿Qué estás haciendo para entenderte tú en relación a ellos?
¿Qué legado emocional les deja?
Escríbeme a contacto@juliodieztesta.com si quieres profundizar más en el entendimiento con tus hijos a través de la conciencia plena.
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