¿Qué es el propósito? Esta es una pregunta que me he formulado siempre y que he tenido múltiples respuestas, según el momento que estaba atravesando.
Me di cuenta que el propósito siempre se asocia con una meta específica, en lugar de un planteamiento de raíz que refleje el sentido que le damos a nuestras vidas.
Por ello, creo que antes que propósito debemos preguntarnos qué sentido tiene nuestras vidas y luego qué propósito (nos proponemos) para desarrollarlo.
Para encontrar sentido hay que ver a nuestra esencia y nuestra persona como unidad. Y ahí el propósito comienza a tener un significado trascendente: pensar, sentir, decidir, hacer y plasmar nuestra propuesta en lo concreto, teniendo en cuenta que todo esto se alinee con nuestra esencia.
El propósito es el sentido que le damos a nuestras vidas en lo concreto, luego de habérnoslo planteado en el mundo de las ideas. Es decir, en qué fundamos nuestra realidad y cómo la creamos.
Preguntas: ¿Qué sentido tiene para ti la vida, tú vida? ¿Qué te propones hacer a partir de este sentido?
Prejuicios
Ver el propósito a través de nuestros prejuicios es interesante y una de las actividades de conciencia que te van a permitir darte cuenta que los prejuicios son grandes razones por las cuales no cumplimos con nuestro propósito.
Prejuzgar algo es adelantarnos a juzgar si algo está correcto o incorrecto, bueno o malo, lindo o feo, etc. Esto lo hacemos con base en nuestras creencias, patrones mentales consolidados, pensamientos recurrentes, influencias internas de experiencias hirientes o traumáticas y crianza, así como el influjo de factores culturales, sociológicos, ambientales y la psicología del entorno humano donde nos movemos o interactuamos.
Mucho de lo que nos rodea y nos marca en algún nivel, no necesariamente se va a ajustar a que podamos construir realidad con propósito.
Es necesario replantearnos ciertas cuestiones (sino todas) para no entrar en conflicto con nuestra propia vida.
Generar un prejuicio con la vida es que pese más sostener un sistema de creencias y mandatos que experimentarla. Creo que el gran dilema humano es cómo amar a todos, pero no conformar a todos.
Conformar a todos es parte de olvidarnos de elegir por nosotros. Ahí es cuando cuestiones de fondo se van olvidando y se pierde la noción de uno y la voluntad por uno y el verdadero disgusto con todos y todo.
Sin replanteos de base, sin confrontación, sin vernos, sin cuestionar lo que creemos, sin conciencia, la vida tiene más de prejuicio que de libertad.
Solemos vivir a través de prejuicios, elecciones y decisiones muy adelantadas y a destiempo que no están basadas en nuestra experiencia y deseo. ¿Qué nos aporta vivir así? La tranquilidad que lo hiciste con base a lo que no quieres transgredir, confrontar o “quedar mal” con el entorno con el que consolidaste las creencias y fuiste creciendo (familia-amistades).
Nos reafirmamos en el prejuicio
“Nadie me va a entender”, “No les va a gustar tal o cual cosa”, “Haré algo que va a lastimar a otros” …
Pensamos así y nuestro propósito se aleja. El sistema de creencias se convierte en lealtades y nos desenfocamos completamente.
Dejamos de confiar en nuestras capacidades (de todo tipo), nos inhibimos y no cumplimos con nuestro propósito o, en el mejor de los casos, lo hacemos tibiamente lo cual representa un gran esfuerzo.
Apropiarse de un propósito
En un párrafo te voy a resumir, para que tú las distingas, las etapas de apropiación de un propósito.
Uno se reúne con el sentido que uno le da a su vida y se da cuenta que el propósito es propio, ligado al talento, el don, el para qué venimos a esta vida, y hace su propuesta de vida. Luego es tiempo de pensar qué intenciones, decisiones y acciones se alinean con el ser, la esencia, y las tomamos con confianza y seguridad para manifestarlo.
Somos propósito que nos trasciende y éste puede estar presente en cada una de las cosas que hacemos relacionadas con lo profesional, personal, íntimo, público, privado, etc. El propósito trasciende a una vida y al mismo tiempo la impregna. Es ahí cuando se rompe la barrera del prejuicio.
Considera:
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El desarrollo de conciencia siempre es una puerta a ver el sentido de la vida claramente.
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La vida no la vivimos para los demás y aunque queramos siempre sería condicionada en lo personal y en nuestras relaciones.
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Podemos tener una realidad clara, positiva, innovadora y armónica siendo quienes somos.
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El propósito es flexible, maleable y se puede replantear o nutrir todo el tiempo.
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Con propósito no hay dolor ni sufrimiento, solo instancias para ser superadas aprendiendo y adaptándonos.
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La creatividad está a la orden del día.
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La integración con las personas es mucho más natural, orgánica y humanista. Hay comprensión y empatía.
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No da lugar a cuentas pendientes contigo y mucho menos con los demás.
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