Los miedos adquiridos en las etapas de desarrollo son cruciales para conocer muchos aspectos de la vida adulta de una persona. Estos miedos adquiridos desde nuestra crianza influyen mucho en la libertad de experimentar la vida con todo lo que ello representan. Habilitan o no a crecer y transformarse.
Los adultos que están a cargo de la niñez, son muchos más que figuras de autoridad, manutención y suministro de lo básico para sobrevivir. Son verdaderos docentes de la vida. Así como del padre se aprende la constancia, la templanza frente a los desafíos, el rigor, el esfuerzo, la protección y el sostén; de la madre, la calidez, las emociones al servicio de la integración con la vida, el entendimiento -y toda la inteligencia alrededor de ella-, la relación con la sensibilidad y la resolución creativa de muchos dilemas existenciales. Al mismo tiempo que esto se cruza e interconecta (y no es cien por ciento exacto), de los padres o tutores de la vida el ser humano aprende su relación con su interior y la relación con el mundo que le rodea.
En muchos casos, quienes han sido criados con miedo, de alguna forma han sido criados para no asumir el control de sus propias vidas. Quien ha sido criado con miedo, teme tomar decisiones y, en muchas ocasiones, descansa en que otro ser humano las tome por sí mismo. Esto conlleva la generación de dependencias que, muchas veces, suelen ser nocivas.
Es que nadie advierte que, si no se cuenta con la fortaleza para enfrentar desafíos de diversa naturaleza (cognitivos, emocionales, de relación con el próximo, etc.), se inhibirán en muchas áreas o crearan férreos apegos insanos. Aunque muchas personas, de manera natural, sacan su capacidad resiliente y se deconstruyen, para luego rearmar su estructura emocional, esto no es lo más común.
Quien creció con miedo proyectará muchas carencias y provocará infinidad de demandas a su entorno afectivo para que solucione, llene o tape, eso que está vacío, fracturado o apenas comprendido.
Autoconocimiento como legado
Cuando se aprende el miedo, también se aprende la la dependencia. Esa cuota se recibe, esa estafeta del círculo afectivo de crianza hacen que la persona se maneje con menor claridad y asertividad.
Quien se conoce profundamente tiene la capacidad de dejar un legado emocional diferente a sí mismo y a quienes crían (en el caso que se dé). Esa persona tiene la posibilidad de cambiar varios rumbos y patrones en sí misma y en los demás.
Quien recibió o está recibiendo la herencia del miedo y la dependencia, tiene el derecho de conocerse más y saber el origen de lo aprendido y volverlo a aprender.
Cuando un ser fue criado con miedo, desconfía mucho de si está en lo cierto, si hace lo correcto y si la respuesta del ambiente donde se mueve es confiable. Al mismo tiempo, evalúa demasiado las cosas porque desea evitar cualquier margen de riesgo. Esa persona vulnerable en su psicología de la seguridad personal quiere que le digan cómo se resuelven las cosas y que todo sea predictivo, anticipatorio y seguro: de afuera hacia adentro.
El vértigo de llevar a cabo un proceso para la resolución propia de sus asuntos personales es tan grande, que quiere saber que todo está medido y controlado en su margen de error. Esto es que, quien teme, quiere controlar lo que teme.
Se esperan los cambios, mas no se propician los cambios
Del mismo modo, el miedo crónico a experimentar la vida, por si pasara algo que no se pueda manejar -unido a la falta de autoconfianza-, lleva al ser a esperar cambios de manera que le favorezcan sin propiciarlos.
Esto significa que, como se tiene temor a cualquier imponderable o a lo fáctico de actuar, se prefiere que esa ola que le lleve a un sitio mejor, sin tomar acciones propias. Se espera mucho de que la vida acomode las piezas y esta espera suele ser exasperante, perturbadora, incierta y producir aún más de eso que se quiere evitar. La persona disminuye en su voluntad.
En sintonía con esto, esa misma persona evita toda decisión: como tú quieras, como tú veas, como tú digas… son las famosas frases que entregan el poder personal. Y Busca en el otro cuidado, protección y acciones que no alteren su percepción de lo experimental.
Por ello, quedan sujetos también al aval, a la autorización y la aprobación para moverse. Esto les da cierta confianza, aunque quien teme demasiado, muchas veces no se satisface con que los demás le digan “tú puedes”, “hazlo porque sí sabes”, “realiza tus sueños”, “decide” o “aunque sea da un paso”.
Así, esperan ser guiados en qué libertad tomar, qué soñar o que desear.
Proceso consciente
Muchas veces se conoce conscientemente esta dificultad y, aunque no haya certeza de cómo actuar o impulsar el cambio, esta noción está presente y tarde o temprano se comienza con el autoconocimiento.
También, otras tantas veces, se conocen las consecuencias. Se sabe que no se puede, que hay sentimientos de incapacidad, que el solo pensar en un desafío estresa mucho a la persona y la desestabiliza en sus emociones, percepciones y en su cuerpo. En esta instancia no se es consciente del miedo que se esconde detrás y se vive en la amenaza.
Hay muchos cambios que se suelen esperarse de los demás, pero lo cierto es que todos los cambio consistente tienen que ser promovidos por la persona, quien se hace cargo de lo que vive y responsabilizarse de un proceso consciente con gran nivel de profundidad para tener una mejor calidad de vida y proyectarse mejor hacia futuro y, sobre todo, en el legado que le entregará a sus descendientes (hijos o no).
Resiliencia
Parte de aprender a gestionar nuestras emociones y entender cómo el cerebro y sus procesos cognitivos es el órgano determinante -junto con nuestras experiencias de vida e interacciones sociales-, es desarrollar la inteligencia emocional que permite una vida más saludable y consciente y, al mismo tiempo, escalar en la resiliencia. En etapas adultas se puede revisar la historia personal y tomar decisiones emocionalmente independientes, sin tener que enojarse con quien le crío y manteniendo aún una mirada aguda y consciente con miras a adquirir su propia identidad.
Nadie nace sabiendo, tampoco con un instructivo para la vida o la crianza. Sin embargo, no es excusa para comenzar a conocerse con miras a modificarse y así transformarse.
Ejercicio
Julio Diez Testa – Coach en mindfulness, desarrollador de Mindfulness de 10, NeuroMindfulness y Mentoría de vida con terapia de trauma y resiliencia. contacto@juliodieztesta.com
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